Son muy pocos los que saben,
que también salgo de día.
Son muy pocos los que saben,
que camino a su lado,
que cuido y vigilo,
sus pasos por las cimas.
El sol con sus rayos de oro
dice que a él le debo la vida.
Es tan vanidoso que no sabe,
que yo soy el espejo donde se mira.
Y me tiene envidia porque los árboles,
no le acarician.
Fue una ruta dura, muy dura, la distancia, los desniveles, el viento desfavorable...
Nada impidió que disfrutara del paisaje, el mar, las montañas, todo al alcance de los ojos.
Su presencia me acompañó todo el día y llegando al destino, saboreando una cerveza, apareció entre los árboles.
En la foto de portada se entiende de lo que hablo.