¿Quien se anima y me acompaña en esta ruta para dar vida a estos viejos caminos carreteros, hoy olvidados?.
Aviso que es un poco largo y a ratos algo empinado, espero que llevéis buen calzado y la mochila bien surtida, vale todo, plátanos, frutos secos, líquidos de todo tipo, hasta una petaca con orujo por si hace frío.
Ale, ¿qué, ya os habéis animado?, pues el último que cierre la portilla, no se vaya a escapar el ganado.
Si,si, puentes como este vamos a cruzar unos cuantos, con mucho cuidado, es demasiado pronto y muy incomodo hacer el camino con el culo mojado.
Hemos salido de un pueblo que se llama San Vicente de León de poco más de cincuenta habitantes a unos cuatrocientos metros sobre el nivel del mar y desde allí hemos bajado por una cambera embarrada hasta Los Llares, hacerse a la idea de que todo lo que hemos bajado hemos de subirlo, y más.
El comienzo por este camino empedrado es suave, remontamos por la orilla del río llares entre musgos, hojas secas, avellanos y demás vegetación propia de ribera.
No todo es verde pues hay mucha variedad de colores y para muestra este gelatinoso hongo amarillo tan intenso que llama poderosamente la atención.
Vaya, otro puente y sin barandilla donde sujetarse, y el agua que baja por todos los lados engrosando cada vez más el caudal del río.
Más caudaloso y más sonoro, deteneos un rato y escuchad, a mi me suena a música el agua corriendo sin freno y saltando peñas.
No me digáis que no es bonita la alfombra que nos han puesto para recibirnos, a mi me encanta, si no estuviera el suelo tan mojado, ya lo creo que me habría sentado un rato.
Yo ya he pasado, hacedlo de uno en uno y agarraos bien al cable, pisad por dentro del palo, que está un "pelin" inclinado y se balancea algo.
Por aquí ya empieza a estar un poco más pindio, con mucho cuidado que la piedra esta suelta, no vayáis a torceros un tobillo.
Que bosque de cagigas más guapo, y que esbeltas, como se estiran buscando las nubes y la luz del sol.
Aquí hemos salido del bosque y subimos por el empinado Pernal del Toro, atrás quedan el bosque y las numerosas riegas que el agua hace erosionando los montes. Hay que hacer un esfuerzo un poco mayor en este tramo, en apenas dos kilómetros hemos subido unos seiscientos metros de desnivel.
Afianzad bien el paso en este tramo helado, ya estamos cerca del Alto de la Manzana y descansaremos un poco sentándonos a la sombra de un precioso bosquete de acebos.
¡Que bien me siento aquí!. Casi vuelo con el buitre mientras contemplo allá, a lo lejos mi Mar Cantábrico y la bahía santanderina, que vuelo, ya lo creo que vuelo...
Entramos entre estas paredes de piedra para admirar estos viejos dujos, a pesar de que aparentemente están bien conservadas, estas colmenas tan primitivas ya no tienen abejas que elaboren miel y es una pena pues seguro que era de la buena.
Por estos prados y estos pastos, el camino ya es más llevadero, y placentero, pues disfrutamos de buenas vistas al valle del Besaya y con unos cielos bien despejados.
Apenas quedan restos de las últimas nevadas y los acebos conservan aún sus frutos encarnados.
Si antes era el mar, ahora siento junto a mi bien cerca mi otro amor, las montañas. Atrás. al sur de Cantabria, Castro Valnera, las montañas pasiegas, el Porracolina, el Picón del Fraile, Mortillano...
...y por delante, la Cordillera,Peña Sagra, Peña Prieta, el Tresmares, Peña Labra...
Ya bajamos, serpenteando por un hayedo tapizado de hojas y arándanos, con fuentes que no se secan ningún verano, aguas que siguen corriendo laderas abajo, todo el camino ha ido discurriendo dentro de los limites del Parque Natural Saja Besaya...
...con magníficos ejemplares de hayas que invitan a echar a volar otra vez la imaginación buscando formas y duendes en sus ramas mientras se dibujan en el suelo las sombras y se cuelan los rayos del sol.
Ya se ve entre los árboles, Barcena Mayor, pronto daremos un paseo por sus empedradas calles, y tomaremos un buen café en alguno de sus numerosos bares.
Nunca digáis que no, cuando os inviten a ir, desde cualquier parte hasta Bárcena Mayor, pasareis por lugares que ni os imaginaís...
¡Que gusto da tomar asiento en el autobús!