Intentaré,(no se si lo conseguiré), transmitir en esta entrada las sensaciones que sentí en la última ruta que hice entre el Valle del Nansa y el de Campoo.
La misma está considerada con el nivel de dificultad alto pues a los 30 kilómetros de distancia a recorrer hay que añadir unos desniveles de 1700 metros de subida y 1600 de bajada, vamos, lo que se suele decir un "rompepiernas".
Pronto dejamos atrás el pueblo de Salceda cuando los primeros rayos del sol escapan tímidos entre las nubes y la sombra cubre la nieve de las cumbres de las montañas.
Pequeños, tímidos, como escondidos entre los árboles que comienzan a vestirse de hojas, bajan los ríos, bien alimentados este año por el lento desnieve de las abundantes nevadas caídas durante el largo y duro invierno.
Los rebaños de vacas paulatinamente irán subiendo en busca de pastos más altos...
...y como un rebaño, pausadamente, con paso firme y dosificando las fuerzas, avanzamos hacia un objetivo que todavía se ve lejano.
Las nubes juguetean y evolucionan alrededor de las cimas más altas y tememos nos impidan al llegar disfrutar de los amplios paisajes que se disfrutan desde cotas tan elevadas.
El ascenso no es fácil, todas las precauciones son pocas para caminar por una gruesa, dura y resbaladiza capa de nieve...
...y aunque las nubes quieren envolvernos, los claros que se abren hacen que quede extasiado contemplando tanta grandeza desde los 1922 metros de altitud del Cuetu La Concilla, y no despeja lo suficiente para poder ver la linea horizontal de Mar Cantábrico.
Otra vez será.
Solo los buenos observadores se fijaran en como la nieve lenta, sin prisa, silenciosa se va convirtiendo en el agua que formará pequeños arroyos de montaña que alimentarán el caudal de ríos cómo el Saja o el Nansa, y cada uno por una vertiente distinta se encontrarán en el mismo mar.
Bajamos de la cima y entramos de lleno en uno de los lugares con más magia y singularidad de los que nos podemos encontrar en Cantabria, lugar de pastoreo desde tiempos inmemoriales que ha sido declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueologíca. Estamos ante uno de los pocos monumentos megalíticos de la Cordillera Cantábrica.
En esta pequeña planicie al aire libre,
divisoria de los valles del Nansa y del Saja y, a una altura aproximada
de 1.500 metros, en donde se agrupan los menhires, túmulos, círculos de
piedras, estructuras circulares, lajas e hitos, sobre los que, en algún
caso, aparecen muestras de arte rupestre en forma de grabados,
sobresaliendo dos representaciones de antropomorfos sobre sendos
ortostatos de arenisca.
Estos menhires hoy en día están tirados en el suelo y la sensación que da el lugar es de bastante abandono, pues aunque se cercaron en su día para mejorar su conservación, los de siempre se han encargado de derribar vallas y cercados.
¿Para qué subirán a las montañas estos descerebrados?.
Los cruces de caminos, con tanta variedad donde elegir representan un poco el camino de la vida, a veces resulta difícil elegir y nunca sabremos si hemos elegido el camino más acertado.
Y nos vamos acercando a Los Cantos de la Borrica, como veréis, aquí es singular hasta el nombre.
¿Alguna vez imaginasteis cantos rodados a estas alturas?.
Estamos sobre los 1500 metros de altitud y alguna explicación hay que buscar al porqué de estas moles de piedra...
...que parecen caídas del cielo y de formas tan caprichosas.
Habrá que imaginar el caudal del río que arrastró estas piedras cuando estos pastos de alta montañaba eran parte de un gran glaciar.
Adosado a una de ellas, al resguardo de los vientos está construido el Refugio de Sejos, singular y acogedor, abierto todos los días del año para dar cobijo a pastores y caminantes.
Este es uno de los lugares elegidos para observar en el otoño el celo de los venados y su singular "berrea".
Era así mismo el lugar preferido de Emilio de Mier, abogado, político y gran persona, nacido en Sopeña,(Cabuerniga) y torrelaveguense de adopción.
Gran amigo del también torrelaveguense director de cine,Manuel Guitierrez Aragón, a quién ayudó a buscar las localizaciones para la película "El corazón del bosque".
Una placa recuerda en el refugio la memoria de este hombre y todos los años se celebra una subida a Sejos en su recuerdo.
"Todos los caminos conducen a Sejos y cualquiera es bueno para
volver".
¿Cómo sería el gigante que montó este "jitu"?.
¿Y cómo serían aquellos ríos que bajaban del glaciar?.
Más grande que este seguro pero aunque chico, bonito es bonito, y cantarín. Que bien suena el discurrir de las aguas...
...que bajan de estas montañas...
...y riegan las cada vez más escasas manchas de abedules blancos que se pueden encontrar por el camino.
Camino que nos va llevando hacia la niebla, las nubes amenazantes todo el día, casi al acabar la larga jornada hace que tengamos que sacar de la mochila los chubasqueros...
...y seguir caminando por encima de los neveros, con mucho cuidado de no dar un mal paso y resbalar hasta el fondo del valle.
Y hasta aquí las fotos, ya se ve al fondo el castillo de Argüeso y Soto de Campoo, donde nos espera el autobús.
Hay que guardar la cámara pues no quiero que el "calabobos" me estropee las fotos de esta gran jornada, que sin serlo casi se puede considerar de alta montaña.