Pensaba al inicio de esta entrada hacerla un poco distinta, dejar el texto para el final, pero he decidido que os sumerjáis conmigo en el hayedo, que lo crucéis y os empapéis con la niebla, que sintierais el granizo golpear en las hojas nuevas de los árboles, pero al final, como en cada ruta que hago, las ilusiones siempre son las mismas y siempre os llevo conmigo, decido hacerla de nuevo con vosotros y así os cuento como fue el camino.
Nos desplazamos hasta el País Vasco para hacer una de sus cimas más emblemáticas, el Pico Anboto, 1331 metros de altitud, dentro del
Parque Natural de Urkiola, rodeados de piedra caliza, leyendas, magníficos y bien conservados hayedos y un fuerte desnivel.
Sin prisas, disfrutando del entorno, hipnotizados con toda la belleza que nos rodea y sin pensar en el esfuerzo que supone llegar a la cima.
No nos arredran las nubes que sobrevuelan la caliza, el cielo es amenazador pero a ratos nos acarician los rayos del sol.
En una zona donde las lluvias son abundantes, extensas zonas de pasto ven como florecen los brezos, las margaritas y vistosas orquídeas silvestres, esta si no me he informado mal creo que es la "Orchis mascula" que ahí donde la veis, tan humilde tiene unas propiedades para la salud increíbles y que podéis consultar
pinchando aquí.
El camino nos sigue descubriendo viejas hayas en terrenos erosionados que dejan al descubierto sus raíces que parecen telas de araña.
Solo la naturaleza es capaz de mezclar en una paleta todos los verdes y dar al hayedo la más completa variedad cromática a las hojas y al musgo pegado a los viejos troncos.
Antes de entrar en lo más escarpado y duro de la marcha la primavera saluda al otoño tardío que se resiste a tirar las hojas secas.
Estábamos advertidos de lo difícil que iba a ser el ascenso, el terreno es muy resbaladizo, hemos de evitar dar pasos en falso pues apenas hay donde posar los pies entre piedras y raíces.
La niebla se vuelve cada vez más espesa, cae suavemente la lluvia mezclada con algo de granizo, una gota resbala por la lente de mi cámara dejando en la foto una marca de agua.
Solo cuatro "valientes" osaron hacer cima, ocho nos quedamos a cincuenta metros de hacerlo por una cresta que se adivina entre la niebla, que mojada es como una pista de patinaje.
Volver a bajar a alguno le costó un buen dolor en el culo.
La vida ha de enseñarnos que a veces para ser feliz hay que saber renunciar a algo y nadie nos va a quitar la alegría y lo que hemos disfrutado por el camino hasta llegar aquí.
Ya lo decía Kavafis en su precioso poema.
ÍTACA
Cuando salgas en el viaje, hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.
Mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que riquezas te dé Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado.
Sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,
ya habrás comprendido las Ítacas qué es lo que significan.