Ya sabéis que mi amigo el tejón es un animal de costumbres
nocturnas pero a veces le gusta salir de la cueva y como es muy sociable le
gusta acompañarse y relacionarse con otros
individuos.
Así que el pasado fin de semana con el olfato, la vista y el
oído bien desarrollados, salió temprano
de la tejonera para dar una vuelta por la Ruta de los Sentidos.
Y es que como dice el proverbio árabe: “Quien vive ve, quien
viaja ve más”.
Y andando, andando llegó hasta Cillaperlata, un municipio de
Las Merindades burgalesas, bañado por el río Ebro y a los pies de La Sierra de
la Llana.
El paso por esa sierra ofreció al tejón la ocasión de
olfatear a gusto.
Atravesando un túnel de
vegetación y sumergido en un sorprendente bosque de boj, disfrutó de los aromas
más exquisitos que podéis imaginar; lavanda, espino, retama, romero…olores que
no se esfuman con el paso de los días,
siguen vivos y hacen que los recuerde y vuele de nuevo hasta los Montes
Obarenes.
Los vivarachos ojos del tejón quedaron deslumbrados ante la
gama de verdes, ocres y azules de una fértil vega por donde bajan mansas las aguas
del río que da nombre a esta península Ibérica tan rica de culturas, historias,
y de leyendas que hasta puede que sean ciertas.
¿Y el oído?
.
¿Qué escuchó el tejón que le llamó tanto la
atención?
Que la Virgen de Covadonga no es asturiana, que la batalla
donde empezó la Reconquista no fue en Los Picos de Europa.
Y mira el tejón a su alrededor y se dice: “a que va a ser
verdad, pues si fuera cierto que los cántabros y los asturianos se liaron a
pedradas con los moros, igual Los Picos no eran tan altos y que quienes se liaron
a pedradas fueron los castellanos y por eso aquí los montes son más rasos”.
Y si no fuera verdad, ¿por qué la honra con su medalla el Rey Don Pelayo?
El tejón con su gente del Grupo de Montaña ORZA, se siente siempre muy bien acompañado, y
volvió a su cueva para seguir viviendo y soñando los recuerdos.
volvió a su cueva para seguir viviendo y soñando los recuerdos.
Por orden voy a dejaros estos enlaces para que entréis en ellos y comprobéis que todo lo que cuenta el tejón es verdad.
Y no quiere el tejón acabar sin mencionar antes a Claudio Salcedo, amable vecino de Cillaperlata que con tanto agrado y buena disposición nos abrió las puertas de la Iglesia y nos relató tan bien y con cariño toda la historia.