Hace muchos años, muchos, cuando el hombre aún no sentía la atracción que sobre él ejercen hoy las montañas, consideraba a estas como las verrugas de la tierra.
No entendía por qué fueron creadas y creía que en su interior habitaban monstruos, demonios y toda clase de seres malignos.
Ellas no han cambiado, afortunadamente lo hemos hecho nosotros, nos hemos acercado y ellas nos han hecho ver lo insignificantes que somos a su lado.
Grandes aventureros, muchos perdiendo su vida han conseguido que muchos hoy sintamos verdadera fascinación por ellas.
Un poco de esa fascinación es la que quiero transmitir en la entrada.
¿Dónde, en qué lugar, si no es en las montañas puede ver uno alzarse las nubes, hasta encontrarse en el horizonte con el nivel del mar?.
¿Donde si no es en las montañas se puede pisar el verde más inmaculado al pasar?.
Fascinación la que produce la verticalidad de El Picu, tanto a los que vamos a ras del suelo como los que vuelan por el cielo.
Fascinante la pendiente,y fascinación la que se siente al desconocer, dónde nos lleva la sima que se adivina por delante.
Bajamos impregnados de un aire especial, percibimos olores...
...sonidos, conscientes de que estamos sumergidos en un mundo muy especial...
...habitado por hombres que conocen bien las dificultades de vivir en estos pueblos...
...donde siempre encontramos las puertas abiertas.
Breve resumen de una magnífica jornada de senderismo por el Parque Nacional de Los Picos de Europa, sus picos, sus montañas, sus gentes y sus pueblos.
Sotres, Bulnes, Poncebos, la Vega de Urriellu, las Traviesas, la canal de Culiembro, Balcosin...buen día, el cuello quemado por el sol, el agua despeñándose por los torrentes, la piedra suelta, las croquetas de queso cabrales, las cervezas al final del camino, los amigos, algún mal rato y todas las dificultades que encontramos superadas.