...de repente, al ver ese cielo, se estremecen las costillas de viejo barco que reposa en la orilla desde tiempo inmemorial.
Las gotas de agua que comienzan a caer sobre la reseca tierra le hacen creer que los dioses se han acordado de él, enviando una tormenta tan fuerte como aquella que hizo crecer las aguas, alcanzando alturas inusitadas.
Quien sabe si esas aguas volverán a lamer la roída madera y después de tantos años podrá regresar a su añorado mar.