Un mar de niebla en la profunda sima,
y un mar de piedra perforando el cielo,
y entre uno y otro mar un sol poeta
que con fuego y con luz hace sus versos,
un juglar de picachos y cañadas,
un mimoso galán de los neveros
a los que ronda a cada nueva aurora
con encendido madrigal de besos.
¡Oh, los Picos de Europa de mi tierra,
donde Dios se hizo piedra de silencio,
donde ni el ruido de la mar se siente,
donde se amansa al penetrar el viento,
donde ostentan la gracia primitiva
de sus saltos mortales los rebecos!
¡Oh, los Picos de Europa, capiteles
del bastión que sostiene el Universo!.
De mis paseos y atardeceres por Los Picos de Europa me traje este instante y del libro de Jesús Cancio; "Bronces de mi costa", saqué las bellas palabras que a los Picos dedicó el poeta comillano. Nunca será suficiente el reconocimiento al poeta del mar.