17/4/25

EL "PRAO" LA JUNQUERA


 
Hoy volví a pasar por el "prao" de la "junquera" y me puse evocador.

 Volví a escuchar la voz de mi padre cuando con el "dalle" al hombro y la "colodra" en la
cintura me decía:

Niño, apareja la burra, ponle el albardón y los "cenachos"y tira "pala" "junquera" que yo voy delante segando.

No había "prao" que menos me gustara.

Era el que más lejos de casa quedaba y en invierno era un infierno caminar con las katiuscas, por
aquellos barrizales.

Con lluvia, con granizo, con las manos ateridas por el frío era casi imposible manejar la rastrilla.

La burra atada a un árbol, mi padre segando y yo detrás "atropando" el verde si es que así podía

 llamarse, pues mas bien lo que yo iba cargando en los cenachos eran juncos, helechos, ortigas y escajos.

Era un "prao" muy poco agradecido aunque bien cerca corría el regato de la fuente del monte.

Si sería poco fértil el "prao" aquel, que mi madre nos contaba que el primer año de casados, mi padre

 y ella sembraron unas alubias pensando tener una buena cosecha.

" Más valia que en vez de sembrarlas las hubiéramos echado al puchero y habríamos comido caliente aquel día".

Hoy el "prao" de la junquera se ha convertido en el hermoso bosque que se ve en la foto y esas "cagigas" tan frondosas me han reconciliado con él . 

En la entrada encontrareis varias palabras entrecomilladas que forman parte del "palabreru" de Cantabria que se pueden escuchar en los pueblos y valles de mi tierra.

Y para darle un toque de modernidad la canción que os dejo es una fusión de música tradicional  de

Llevo días escuchándolo en bucle y espero que os guste.


Grabado en directo en la torre medieval de Villaescusa del Bardal.

9/4/25

LUNA DE DÍA


 
Son muy pocos los que saben,

 que también salgo de día.

Son muy pocos los que saben,

 que camino a su lado,

que cuido y vigilo,

 sus pasos por las cimas.

El sol  con sus rayos de oro

dice que a él le debo la vida.

Es tan vanidoso que no sabe,

que yo soy el espejo donde se mira.

Y me tiene envidia porque los árboles,

no le acarician.


Fue una ruta dura, muy dura, la distancia, los desniveles, el viento desfavorable...

Nada impidió que disfrutara del paisaje, el mar, las montañas, todo al alcance de los ojos.

Su presencia me acompañó todo el día y llegando al destino, saboreando una cerveza, apareció entre los árboles.


En la foto de portada se entiende de lo que hablo.