Está escrito por Ignacio Abella y ha sido posible su publicacion gracias a la colaboración del Gobierno de Cantabria, del Gobierno del Principado de Asturias, la fundacion Felix Rodriguez de la Fuente y la Editorial Urueña.
Un libro fascinante que descubre y enseña todo lo que este árbol mítico representa en muchas de las culturas más antiguas.
Desde tiempos inmemoriales, nuestros abuelos se reunieron al pie de los tejos para celebrar concejos, fiestas, juicios y rituales. La vida de los hombres transcurría alrededor de estos árboles, constituían el lugar de encuentro para las tribus y todavía hoy se pueden encontrar en muchos pueblos tejos junto a los cementerios y las iglesias porque el cristianismo se fue asentando sobre las raíces de los viejos cultos al árbol.
Nuestros ancestros creían que al pie de los tejos vivían los muertos.
Hoy son escasos los ejemplares que sobreviven alrededor de las iglesias, bien porque las obras y acondicionamientos que se han hecho en sus entornos han dañado sus centenarias raíces, bien porque han echado el asfalto encima de ellas cuando no porque los párrocos de estos pueblos han echo poco por evitarlo y se convirtieron en enemigos declarados, como es el caso de el cura de Golbardo que no consiguió talarlo por la oposición que encontró en los vecinos, tan es así que estas coplas tocadas al rabel le dedicaron:
(...) Se piensa este sacerdote
que estamos en la Edad Media
y que puede cortar árboles
como si fueran cabezas.
El tejo lleva milenios
creciendo en brañas y prados
mucho antes que los curas
ya eran los tejos sagrados
(...) Señor cura de Golbardo
que el tejo quiere tirar
eso de tirar los tejos
no es cosa sacerdotal.
Señor cura, señor cura
deje a los tejos en paz
y coja un pico y una pala
cuando quiera trabajar...
Otro buen ejemplo del arraigo de la cultura del tejo lo tenemos en Lebeña donde al lado de la Iglesia de Santa María de Lebeña, una joya del arte mozárabe, declarada en 1893 Monumento Nacional, se conservaba un tejo espectacular catalogado con el numero 10 como árbol singular de Cantabria y tras haber sufrido una severa poda que le fue debilitando, hasta que un fatídico 22 de marzo de 2007 fue abatido por un temporal.
Cuando una grieta hacia ya presagiar su triste final, Covadonga Vejo, poetisa de Lebeña y durante muchos años guia de este lugar escribió este bello poema al "milenario" árbol:
...Hace ya muchos años
que me plantaron aquí
y me encuentro abandonado
¡después que todo lo di!
...si nadie lo remedia
muy pronto he de perecer
y estoy sintiendo viajero
que ya no te vuelvo a ver.
Y encontrarás mis cenizas
al pie de este cementerio
donde descansan en paz
personas que me quisieron
Y cuando seas abuelo
a tus nietos contarás:
"Había en Lebeña un tejo
que era un árbol singular".
Para no extenderme mucho más quiero deciros que las fotos que acompañan esta entrada están precisamente sacadas en la braña de los tejos en Lebeña, un lugar singular donde aún quedan muy bien conservados tejos con cientos de años y que cada año reciben más visitas pues todo el entorno es de una belleza espectacular.
Tienen muchos años y mucha vida como se puede observar con que fuerza brotan las ramas en el viejo tronco.
Tienen muchos años y mucha vida como se puede observar con que fuerza brotan las ramas en el viejo tronco.
Dicen que todo buen cántabro debería tener un tejo en su jardín, este de la foto está en uno de mi pueblo, es un tejo de más de cien años, estos árboles soportan podas muy severas y se pueden dar formas como es el caso donde se puede apreciar el globo terráqueo y en relieve la silueta de España y las islas incluidas.
No se si está bien o mal someter a estos árboles a estas podas pero entre la de arriba y la de abajo me quedo con la primera, porque en la de abajo que es una foto escaneada del libro es una muestra del desprecio y la falta de sensibilidad que hay respecto a estos árboles que han sufrido un fuerte retroceso en nuestros bosques porque su madera fue muy codiciada para la fabricacion de muebles, para la construccion de viviendas o bien para el cierre de fincas.
Afortunadamente el tejo ha sido declarado especie protegida y aunque se siguen cometiendo aberraciones como la sucedida con los tejos de Rozadas en Asturias, donde y a pesar de la posición por parte de los vecinos, para construir una carretera se han llevado por delante un buen numero de tejos centenarios, cuando hubiera bastado con correr el eje de la carretera 90 centímetros para salvarlos.
Y aquí os presento a un padre y a un hijo. En una de las muchas veces que he subido a La Braña cogí unas semillas del tejos más viejo del lugar y tras dos años de paciente espera conseguí un buen numero de ejemplares que he ido regalando, el de abajo que ya luce bien hermoso lo tengo transplantado en casa de mi madre.
Para acabar he de decir que el libro es totalmente recomendable, con unas fotos muy buenas y abundantes historias de tejos de Asturias, Cantabria, Castilla-León...
Cuenta también su forma de reproducción, su importancia en medicina, como se ha representado el tejo en escudos y blasones y que ya aparece pintado en las cuevas de nuestros seres primitivos.
Y habrá que estar atentos porque este autor ya está trabajando en otro libro que dedicará a la cultura del roble.
El Tejon...
ResponderEliminarJo, como he disfrutado con este post, y el libro tiene una pinta estupenda. Me ha encantado, así que intentaré hacerme con él, creo que merecera la pena.
Un fuerte abrazo
Aquí en Asturias también está muy arraigado a la tierra el texo, y los hay muy famosos, cuentan que los astures preferian sucidarse comiendo las vayas de estos arboles antes de caer en manos de sus enemigos, tambien hacían un veneno para untar sus flechas
ResponderEliminarEs mi árbol favorito, Tejón, algún día igual cuento una historia triste sobre un muchacho que ya no envejecerá y al que le encantaban los tejos. Te agradezco mucho la entrada y el libro tiene una pinta bárbara.
ResponderEliminarDe verdad, muchas gracias.
Mañana llamo a casa para que alguien se pase por Estudio y me lo mande.
ResponderEliminarMira que son bonitos y nuestros los tejos.
Besucos.
En verdad es para agradecer toda esa rica informcion tan generosamente contada, para los que somos de capital podamos ver lo que nos perdemos.
ResponderEliminarY pensemos un poco que todo no son luces y bambalinas que existen otras riquezas naturales
Un saludo
Hola Tejón, jo, me ha encantado ver al milerenario padre de mi tejo, jeje. Ahí sigue en casa, creciendo y espero que consiga adaptarse porque fue un gran regalo y es el "símbolo" de mi primer encuentro con un ciberamigo, jeje.
ResponderEliminarOye, desconocía la historia del cura Golbardo, pero le viene muy bien aquella conocida frase de "con la iglesia hemos topado...". Miraré a ver si encuentro por ahí el libro, para tener claro como cuidar el tejo de Foldada. Abrazos ;-)
Vaya libro más hermoso, Tejón. A mi, como no puede ser de otra manera, me encantan los tejos: ver uno muchas veces centenario es toda una experiencia. Aquí en Sanabria también nos quedan algunos a la puerta de las iglesias (y sí, a veces son objeto de atentados como el que nos muestras en Chanos: una absoluta verguenza) y tenemos el maravilloso bosque del Tejedelo, que recomiendo a todos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde hace muchos años a sido referencia para mi,tuve un negocio de hosteleria al que le puse ese nombre y hasta hace bien poco tenía un ejemplar en mi terraza pero al final no lo pude sacar adelante.Creo que el clima de aqui no le sienta muy bien.Hace poco cogí del pueblo unos esquejes para volver a intentarlo pero es un arbol dificil de domesticar tiene su propio caracter,rebelde e indomable.Bonita entrada que me toca de cerca.Gracias!!
ResponderEliminarLebeña es un sitio que nos encanta,habra que hacerse con el libro,gracias por esta "post-recomendacion" o "recomendacion-post",jajaja.
ResponderEliminarSaludos.
Como me alegro yo, Felix, de ver en mi blog tu comentario y de que te haya agradado el post, si pillas tu el libro seguro que le sacas un buen partido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Casía, creo que cantabros y asturianos tenemos muchas cosas en común y los tejos es una de ellas,en el libro se hacen más referencias a los tejos en Asturias y te aseguro que todas son interesantisimas, yo me he centrado al hacer el post un poco más en la parete que me toca.
ResponderEliminarSeguro que el libro no te iba a defraudar.
Un abrazo.
Almalaire,me dejas intrigado y creo que a todos los demás con esa historia que algún día nos deberías contar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Anjanuca, que se te va el presupuesto en libros, pero este ya te digo yo que te ha de gustar.
ResponderEliminarBesucos paisana.
José, gracias por el comentario, a veces las luces y las bambalinas nos deslumbran y no nos dejan ver las cosas más sencillas y lo natural.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuidame bien ese chiquillo Carzum, que te lo agradecera jejeje.
ResponderEliminarCreo que está en buenas manos.
Un abrazo.
No descarto que algún día pueda conocer esos tejos de Tejedelo Xibeliuss, cuida mientra tanto de que no los poden como el Chanos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nando, no veo que Navarra no sea buena tierra para tener un tejo, quizás buscandole un sitio más bien sombreado aguantara mejor. Intentalo de nuevo, yo todos los años allá por noviembre meto con hormonas enraizantes unos cuantos esquejes de tejo y me salen casi todos.
ResponderEliminarUn saludo.
lebeña es un lugar magico Fosi, pero desde que falta el tejo ha perdido un poco de encanto, mientras tanto va creciendo el nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que preciosidad de árboles, hasta hace bien poco no tenia conocimiento de como era un Tejo. Hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo Tejón
Me alegro que te gusten Arena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Felicidades por la entrada, es buenísima.
ResponderEliminarA mí también es el árbol que más me gusta, en Tornavacas hay varios ejemplares, arriba en la sierra y están en bastante buen estado.
Un saludo.
Gracias chalecú por la visita, me alegro que te guste.
ResponderEliminarYa veo que por Extremadura tambien teneis buenos lugares donde disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs de suponer que siendo esta entrada de junio mi comentario pase desapercibido. Pero no resisto la tentación. Hace un mes estuve en la Sierra de Cazorla, en la provincia de Jaén. Y es un lugar maravilloso. Allí existe un pequeño bosque de tejos. Pequeño porque no creo que llegue a dos docenas, pero son fabulosos seres de más de mil años. Uno de ellos parece ser que alcanza los dos mil. Para rodearlo hacen falta varias personas y bajo su sombra crece el musgo. Me sentí plenamente feliz sentada en sus raíces y además me explicaron que con su corteza se hacen tanto medicamentos como venenos. La eterna dualidad.
ResponderEliminarVengo de Sanabria, El blog, y estoy fascinada con el recorrido que estoy haciendo.
Un abrazo
Gracias por la visita, me alegro que te guste lo que ves.
ResponderEliminarUn abrazo.
En el año 1999 dormí en los soportales de la iglesia de Santa María de Lebeña, tirado en el suelo en el saco de dormir, prácticamente bajo las ramas del tejo. Descubro ahora, leyéndote, que el tejo ha desaparecido, terrible noticia de la que no tenía noción, y me ha invadido una honda tristeza. Malditos los arboricidas, que tanto daño hacen. Un abrazo desde el centro de la Península (Sigüenza, provincia de Guadalajara)
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