SAN ROMAN DE MOROSO

Hoy quiero hacer un viaje a través del tiempo y llevaros a un lugar mágico, escondido en un rincón de Cantabria.

Nos acercaremos por la nueva autovía que enlaza Cantabria con la Meseta castellana, a través de túneles horadados en las montañas o cruzando puentes como el de la foto sobre Arenas de Iguña. Atrás quedan los tiempos en que para desplazase por estos parajes había que hacerlo por una carretera sinuosa, pegada unas veces al río Besaya y otras a las vías del ferrocarril.

Una carretera autonómica en muy buen estado nos acercara hasta Bostronizo, un bonito pueblo de apenas doscientos habitantes a 425 metros de altitud con sus bien conservadas casa de piedra, donde destacan las antiguas Escuelas nacionales y la casa de los maestros.

Termina el asfalto y entramos en una zona de pasto con sus fincas tapiadas donde mansamente pastan rebaños de vacas, ovejas y caballos.

Dejamos los pastos y nos introducimos en un bosque silencioso, donde apenas se intuye el vuelo de pequeños pajaros, colorines y verderones, alguna rapaz y rumor de aguas. El suelo con las hojas recién caídas de los árboles parece una alfombra.

Y un poco más abajo junto a un abrevadero para el ganado, un regato conocido como río Moroso con esta bonita cascada, "canajonda" y el barranco de "Rucao".

Ya estamos llegando, este cartel nos marca el camino para llegar a la Ermita de San Román de Moroso. Nos encontramos a 270 metros de altitud.

Se nos aparece así, de repente, en medio del bosque, es de estilo mozárabe del siglo X, al verla nos invade una sensacion de paz y sosiego, de retiro y meditacion, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo.

Fue declarada Monumento Histórico Artístico en Junio de 1931 y desde el 30 de mayo de 2002 es entorno protegido.

Destaca su arco de herradura y los modillones que rematan los muros con detalles tallados en la piedra de flores y esvásticas.



Junto a la ermita hay una necrópolis medieval y muy cerca a 670 metros de altitud en el Alto del Cueto un castro con restos de murallas y un camino de piedra, por ello hay quien sostiene que los antiguos moradores de estas tierras tenían en el sitio donde hoy se halla la ermita su lugar de culto y reunión entre arboles y arroyos de aguas rumorosas.

Los celtas daban un carácter sagrado a los arboles y creían que eran los únicos seres vivos capaces de poner en contacto el cielo con la tierra a través de sus frondas, fortalecidas por la luz del sol, y de sus raíces, nutridas por la tierra.

Y eso es lo que a mi me sugiere esta foto, que parece unir lo humano y lo divino, en este paraje y esta ermita, que a pesar de su sencillez, bien merece una visita como si de una catedral se tratara.