No fue fácil llegar hasta allí, el camino era empinado y sobre sus hombros colgaba una pesada mochila,
pero aún pesaba más la que llevaba en su interior.
En ella cargaba pesadumbres, traiciones y desengaños.
No buscaba dioses salvadores, buscaba luz en la oscuridad, recuperar la lucidez y la cordura y bajo las
envolventes ramas de los avellanos se sintió libre del "constante ruido de sables".
Dudó entre quedarse o regresar.
Más, regresó.
Descendió ligero de peso pues en la cima dejó la nostalgia, las mentiras, el odio y el rencor.
Y no fue tan vertiginoso bajar, notaba en cada paso que daba, que recuperaba la alegría, la
ilusión y las fuerzas para luchar contra cualquier adversidad.
Y la edición corrió a cargo de:
Le hice el encargo por ver si se anima y vuelve a sorprendernos con las entradas a las que nos tenía acostumbrados.
El tejón es un gran amigo y me honra dedicándome un espacio en su fantástico blog. Siempre tiene muy buenas intenciones y que me anime a volver es una gran satisfacción pero... sabe él que mis circunstancias casi me lo impiden, pero nunca cerraré esa puerta. Gracias amigo, serás el primero en saberlo.
ResponderEliminarEnhobuena por la foto y la oportunidad bien aprovechada.
Más que un abrazo
Una bonita publicación la cual me ha gustado. Aunque he de decirte que ojala se podría hacer eso siempre dejar todos problemas en lo alto de una montaña y bajar nuevo.
ResponderEliminarSaludos.
Beautiful post
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarUna fotografía muy bella acompañada de un bonito texto. Recuerdo haber visitado ese blog.
ResponderEliminarNada como la naturaleza para recobrar fuerzas, aunque entrañe dificultad. Es sanador dejar allí el peso que nos atenaza.
Saludos.