No fue fácil llegar hasta allí, el camino era empinado y sobre sus hombros colgaba una pesada mochila,
pero aún pesaba más la que llevaba en su interior.
En ella cargaba pesadumbres, traiciones y desengaños.
No buscaba dioses salvadores, buscaba luz en la oscuridad, recuperar la lucidez y la cordura y bajo las
envolventes ramas de los avellanos se sintió libre del "constante ruido de sables".
Dudó entre quedarse o regresar.
Más, regresó.
Descendió ligero de peso pues en la cima dejó la nostalgia, las mentiras, el odio y el rencor.
Y no fue tan vertiginoso bajar, notaba en cada paso que daba, que recuperaba la alegría, la
ilusión y las fuerzas para luchar contra cualquier adversidad.
Y la edición corrió a cargo de:
Le hice el encargo por ver si se anima y vuelve a sorprendernos con las entradas a las que nos tenía acostumbrados.