Intento ser como el tejón de "El viento entre los sauces", símbolo del sentido común, el coraje y la determinación, sabio ermitaño, leal con sus amigos, amante del buen tiempo y de los rayos del sol, y busco el equilibrio entre lo que yace bajo la tierra y lo que descansa sobre ella.

Intento ser como el tejón de "El viento entre los sauces",simbolo del sentido común,el coraje y la

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Intento ser como el tejón de "El viento entre los sauces",simbolo del sentido común,el coraje y la determinación, sabio ermitaño,leal con sus amigos, amante del buen tiempo y de los rayos del sol, y busco el equilibrio entre lo que yace bajo la tierra y lo que descansa sobre ella.

28/12/22

A MILA...


 
Cuando por primera vez tomé su mano,

tembló mi cuerpo entero.

Cuando por primera vez, nuestros labios se rozaron,

 se fundieron las nubes en el cielo.

...EN SU CUMPLEAÑOS.


1/12/22

HEREJES


"La Historia nos enseña que los hombres disfrutan más castigando que aceptando, hiriendo que aliviando los dolores de los otros, acusando que comprendiendo..., y más si tienen algún poder".

Herejes- Leonardo Padura

Foto de la Iglesia de San Cristóbal en el Barrio Panizares desde el Puente del Diablo.
Hoces del Río Rudrón.


23/11/22

LA BÚSQUEDA


 Costó salir de la espesura del bosque,

apenas se intuía la luz que se ocultaba 

tras las hojas de los árboles.

Más, fuimos en su busca y la encontramos.

La vida siempre nos da más de lo que necesitamos.

Y si buscamos horizontes, los hallamos.

Y mientras las hojas siguen cayendo suena ésto.

4/11/22

DECISIÓN EN LA MAR


Tenemos que tomar una decisión, no queda tiempo para las dudas...


...liberemonos de pesados equipajes...


...y alcemos el vuelo o nos atrapará el temporal y nos envolverán las olas. 

18/10/22

VIDA


 Nadie sabe cómo lo hizo y todo el mundo se lo pregunta.

 Aún me queda vida, pensó.

Aquella noche venció todos sus temores,

se libró de las ataduras y escapó al bosque.

Regresó cargada de nostalgia y otoño.

23/9/22

HORIZONTES


 Se agotan mis fuerzas buscando horizontes que no encuentro.

Lo fácil sería dejarme llevar, más me falta valor.

No quiero dejar a nadie atrás.

1/9/22

ES TIEMPO DE VOLVER


Si, creo que es tiempo de volver, como vuelvo siempre a éste rincón.

Un rincón al que he traído a muchos amigos...y se me han ido en éste año algunos muy queridos, que me quedaban por traer. 

No hace falta rezar, aquí el silencio es una oración y entre las ramas de los robles vagan sus almas. 


 Y en medio del silencio, el pájaro haciendo acopio de frutos para el invierno.

Ermita mozárabe de San Román de Moroso, en un escondido lugar muy cerca del río Besaya.

Es la ermita mozárabe más pequeña de Cantabria, la otra es Santa María de Lebeña.

26/5/22

ORQUÍDEAS


 Hacen  prisionero a quien llama guerra a la guerra.

llaman a las guerras "operaciones especiales,

Y a las matanzas de niños "daños colaterales".

Ajenas a todo cuanto sucede a su alrededor...

las orquídeas siguen bailando.

13/5/22

ENVEJECER


 Cansado de esperar la llegada del meteorito,

tomó en su mano un canto rodado.

  Albergaba en su interior  la esperanza de que

si lo lanzaba con fuerza al charco que dejó la bajamar,

  el impacto haría de efecto mariposa ,

y la teoría del caos provocaría un tsunami,

 de tal magnitud, que una ola gigantesca

avanzaría hasta el interior de la tierra,

 extinguiendo todos los infiernos.


"Envejecer es aprender a perder. 

Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro.

Un día ya no puedes correr, ni caminar, ni inclinarte, ni agacharte, ni estirarte, ni encorvarte, ni darte la vuelta de un lado, ni del otro, ni hacia delante, ni hacia atrás, ni por la mañana, ni por la noche, ni nada de nada. Solo puedes conformarte, una y otra vez.

Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, la noción del tiempo, perder el sueño, perder el oído, perder la chaveta.

Perder lo que te han dado, lo que te has ganado, lo que te merecías, aquello por lo que luchaste, lo que pensabas que nunca perderías.

Readaptarse.

Reorganizarse.

Apañárselas.

No darle importancia.

No tener ya nada que perder.

Al principio son nimiedades. Luego la cosa se acelera.

Pues una vez que empiezan, pierden sin remisión. A carretadas.

Pierden todo lo que puede perderse.

Y saben que, a pesar del esfuerzo- del combate diario que empieza cada vez de cero-, a pesar de la buena voluntad, no pierden nada por esperar."

El texto en rojo está sacado del último libro que he leído.

Las gratitudes. Delphine de Vigan.

Una lectura recomendable.




27/4/22

LABERINTO DE SUEÑOS


 Hice un mapa hasta donde alcanzaba la vista,

para demostrar que existo,

 y llegué hasta aquí para dar luz y color,

 a éstos yermos acantilados.

30/3/22

VOLAR ALTO

 
¿Por qué empeñarse en volar alto?.

Cuanto más alto vueles más fácil será cometer errores.

No dejes que el sol derrita la cera que sujeta tus alas.

Espera a que  descienda y se sumerja en las aguas del mar.

 

20/3/22

La poesía es un arma cargada de futuro.



 Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan

decir que somos quien somos,

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo

cultural por los neutrales

que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta marcharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren

y canto respirando.

canto, y canto, y cantando más allá de mis penas

personales, me ensancho.


Nos hace falta la poesía.

26/2/22

Paz- мир- Peace- 和平- سلام

¿Llegará el día en el que sólo los pájaros sobrevuelen nuestros cielos?.

Ojalá no nos baste sólo con imaginarlo.


Imagine. Noa y Khaled

 

 

14/2/22

GUARDAR SILENCIO


 He aprendido a guardar silencio y a encerrar palabras en mi corazón.

He aprendido a caminar en tierra seca, donde no crece  la esperanza  aunque llueva.

He aprendido encajando golpes,  que la vida  siempre puede golpear más fuerte.

He aprendido a borrar nombres y a cerrar puertas, aunque me duela.

He aprendido que el viento siempre acompaña a las olas para que nunca vengan solas.

He aprendido a guardar silencio.

 No seré nunca un delator.

1/2/22

VIVIR EN SOLEDAD


 Vive sola.

Sola en una frontera que no divide ni separa.

Una frontera que une a los hombres, los valles, los ríos, los mares y las montañas.

Nada impedía que creciera recta, derecha, pero se dejó mecer por los vientos y salió al encuentro de los rayos del sol.

Y así quiere seguir viviendo, libre...y morir en soledad.

Escuchad aquí a Atahualpa Yupanqui su "Milonga del solitario".

18/1/22

AÑOS DE INTERNADO

 


Difícil, si no imposible imaginar que exista un cántabro sin vínculo con Santander.
Desde mi infancia hasta la madurez mi memoria se resiste a olvidar todo lo que aprendí y me enseñó “la novia del mar”.

Dejando apartados los momentos ingratos, permanecen siempre sobre ellos, los buenos recuerdos de mis años de internado en el colegio de los Salesianos.

¿Quién me iba a decir entonces que en aquella Cuesta de la Atalaya, que tantas veces bajé y subí, vivía la niña que con el paso de los años se convertiría en mi faro, mi guía y en la madre de mis hijas?.
Cuando los sábados por la tarde nos bajaban al centro de paseo, mis ojos de niño pueblerino fueron descubriendo encandilados, un mundo hasta entonces para mi desconocido.

Los “trolebuses”, los chorros de agua que bailaban en la fuente de la plaza del Ayuntamiento, muy cerca de un caballero montado a caballo, los patos en el estanque de los jardines y la escultura que honra José María de Pereda, escritor costumbrista que tan bien describía paisajes que me resultaban más cercanos, como aquellos bueyes y aquel carro cargado de “yerba”.
No sabía entonces que con el paso de los años acabaría viviendo en Polanco, el pueblo donde el escritor nació.
No había barreras para acercarse al puerto para ver los barcos, o pasar un buen rato mirando las cañas lanzadas por aquellos pescadores , que, sentados en el muelle, esperaban con infinita paciencia que picara algún “mule”, el cebo que guardaban en una lata de tomate que siempre tenían a su lado.
Aquella tarde visitamos un viejo dragaminas, con el casco de madera y mil singladuras que estaba atracado en el muelle.

Por la noche soñé que me enrolaba en él y desperté sobresaltado naufragando en plena tormenta cuando las corrientes me arrastraban hacia un horizonte donde se adivinaba la playa de una isla desierta.
Era frecuente pasar por la plaza de Pombo para ver y animar al equipo de balonmano del colegio, antes de regresar y subir fatigosamente la cuesta de la Atalaya, cuando ya las primeras luces se encendían y sobre todas destacaban unas rojas de aquel local que a mis ojos resultaba intrigante y pecaminoso a pesar de su inocente nombre: “El Santo”.
En la bodega cercana apuraban el último trago y cambiaban la ropa de paisano, por el verde caqui, antes de regresar al cuartel, los soldados que como nosotros habían disfrutado la tarde libre de un sábado.

Tampoco sabía yo entonces que pasados los años, volvería a subir aquella cuesta para tallarme y recoger el petate que me acompañaría en dos largas jornadas en el tren, hasta llegar a Córdoba, y cumplir el servicio militar entre los chaparros de Cerro Muriano.
Cansado iba a la cama, saboreando aún la galleta napolitana con olor a canela que como postre extraordinario nos daban en la cena de los sábados, esperando con incertidumbre que mis padres vinieran desde el pueblo a visitarme el domingo.

Todo dependía de que no hubiera tareas en el campo e hiciera buen tiempo pues no fueron pocas las mojaduras que pillaron montados en la Vespa.
No vinieron y nunca olvidaré aquel domingo en que una copiosa nevada cubrió las calles y los tejados de Santander.

Todo el día viendo nevar a través de los cristales esperando turno para echar una partida en los futbolines de la sala de juegos.

Una breve tregua de la nevada permitió que nos dejaran salir al patio del recreo para pisar la nieve.
Gozosos y alborotados emprendimos una guerra sin más armamento que las bolas de nieve.

En pleno fragor de la batalla un inoportuno patinazo dio con mis huesos en el suelo causándome una posible fractura en un brazo.

Conteniéndome las lágrimas acabé en la enfermería y allí pasé la noche en vela, las aspirinas y la pomada apenas mitigaron mis dolores.
Tardó en amanecer y el lunes a primera hora el medico consideró conveniente realizar una radiografía.

José María el enfermero, me acompañó al ambulatorio de la calle Isabel II para hacerme la primera radiografía de mi vida, que confirmó la rotura del cúbito.
Salí del ambulatorio con el brazo escayolado.

Con la misma precaución que bajamos, subimos la cuesta evitando resbalar de nuevo en la nieve que poco a poco se iba convirtiendo en agua en las aceras.

Recuerdo con simpatía a aquel enfermero de Valladolid que me acompañó y me atendió los días que pasé en la enfermería, aunque añoré los cuidados que hubiera recibido mi madre.
Ella y mi padre se enteraron de mi “desgracia”, una semana más tarde, en aquellos años no había móviles y la distancia hasta el pueblo que hoy parece tan corta entonces era larga para la Vespa y había que subir muchas cuestas.

Casi un mes estuve escayolado.

Una mañana al abrir temprano las ventanas de la enfermería, José María escuchó a la “panchonera” que con la “garrota” a la cabeza iba pregonando su mercancía.
“Sardinas, almejas, lirios, chicharros…
Provocó mi risa y tuve que deshacerle el entuerto cuando me preguntó por qué en Santander vendían juntas las flores y el pescado.
Creía él, que los lirios eran las plantas que crecen en el campo.
Tenía buen carácter y fue mi cómplice.

Podía haber sido un sábado más, pero aquel amaneció soleado a pesar de que aún estábamos en invierno.

Yo seguía escayolado pero me dejaron salir con los demás internos, era algo excepcional, pero ese sábado nos llevaron a pasar el día entero en La Maruca.

Cada uno con sus viandas, alegres y contentos, cruzamos tapias, trochas y caminos, por aquellos prados donde solo había casas de labranza y ganado, deseando llegar a la orilla del mar.

Yo iba advertido, “no se te ocurra mojarte y humedecer la escayola”, me había dicho Don Tomás, un cura, serio, de gesto agrio, alto, muy alto, tan alto que le quedaba corta la sotana.

¿Cómo exigir obediencia a un niño de doce años que vivía tan lejos de las olas?.

La escayola acabó empapada y yo pasé todo el tiempo intentando que no lo viera Don Tomás.

Misión imposible, de regreso al colegio, el chivato de turno dio parte del estado de mi escayola y nada evitó que me llevara un buen tirón de orejas.

Fue José María quien me auxilió aplacando la regañina del cura quitándole importancia a la avería y él se encargó con buenas artes de recomponer y recuperar la rigidez de la escayola.

Fue el año que Masiel con su famoso “La,la,la” ganó el Festival de Eurovisión cuando se creó la hoy desaparecida Escolanía Santo Domingo Savio y recuerdo con agrado el día que fui seleccionado para formar parte de la misma.

Cantar me gustaba más que las matemáticas y asistía con alegría a los ensayos librándome así de tareas que para mí eran menos agradables.

Poco a poco fueron afinando nuestras voces, y no pasó mucho tiempo desde que se formó la escolanía, hasta que empezamos a cantar desde el coro la misa de doce los domingos.
Y que bien sonaban los tubos de aquel órgano nuevo, como nueva era la iglesia.

No tardaron en tener reconocimiento nuestras voces y tan bien cantábamos la misa en latín que fuimos invitados a dar un concierto en la Catedral de Santander.

Yo creo que esa ha sido la única vez que me han aplaudido.

A las doce de la noche terminó el concierto y ya nos vencía el sueño cuando una vez más subimos de regreso hasta el colegio la cuesta de La Atalaya.

Tampoco sabía entonces que mi boda religiosa se iba a celebrar en la Iglesia de María Auxiliadora y que la Escolanía de la que formé parte cantaría durante la ceremonia desde el coro.

Pagando ¡eh!, que por aquellos años ochenta la escolanía había adquirido un gran prestigio y tenían su “cachet”, aunque he de reconocer que no me dolió pagarlo pues fueron muchas las felicitaciones que recibí por parte de mis invitados.
Hubo quién incluso me llegó a decir que era la boda más bonita a la que había asistido en su vida.

Y el vínculo con Santander continúa, en Santander han encontrado trabajo y el amor mis hijas. En Santander tengo un montón de amigos y en la cuesta de La Atalaya sigue viviendo mi familia y aunque ya no suba andando resulta casi más cansado encontrar aparcamiento para el coche cuando voy a visitar a los cuñados.

Si aparco en El Pilón me gusta bajar al centro en el funicular que me lleva hasta el Río de la Pila.

Ha desaparecido el Cuartel del Alta y en su espacio hay un moderno campo de futbol.

Donde estaba La Cantina hay un Centro para la Tercera Edad de la que ya casi sin querer y sin apenas darme cuenta voy formando parte.
Más no me pesa, pues todo ello forma parte de mi vida y tiene “El valor de lo vivido”.

Con éste relato he quedado segundo en el XII Concurso de Relatos Cortos "El valor de lo vivido", convocado por la concejalía de Juventud, Educación y Salud del Ayuntamiento de Santander.

La foto es del colegio Salesiano y el comienzo de mi transitada Cuesta de La Atalaya de Santander.

7/1/22

LA LUNA ES UN OMBLIGO...


 ...que resplandece como el sol,  estremece, emociona, cura heridas y abre todos los sentidos.



Y "Si al final te quiebras", pinche en el enlace y encontrarás un cable que te enganchará a la tierra.

Vetusta Morla- Cable a Tierra.