Hay días en los que a uno le apetece desconectar de todo, olvidarse de radios, periódicos y televisiones, de escándalos, de políticos y de corrupciones.
Para ello una buena solución es hacer una excursión cercana y ponerse en contacto con la naturaleza. Es lo que hice una de estas tardes otoñales subiendo a monte Aá.
Era una tarde apacible, el ganado rumia, pace y sestea tranquilo tras los cercados de piedra.
Apenas se oyen ruidos, solo las aguas rumorosas de riachuelos todavía poco caudalosos, que discurren lentamente acariciando las piedras y el musgo.
Camino despacio, con una atención especial, procurando no pisar las flores de azafrán ni romper ramas para no privar a otros caminantes de disfrutar de tanta belleza.
Pronto, descubro un mundo totalmente desconocido para mi. Estamos en plena temporada de setas y en los lugares más recónditos del bosque empiezan a aparecer distintos tipos de ellas.
Pronto, descubro un mundo totalmente desconocido para mi. Estamos en plena temporada de setas y en los lugares más recónditos del bosque empiezan a aparecer distintos tipos de ellas.
Verdaderas colonias de setas conviven en una armonía casi perfecta, cada una busca su espacio y se abre camino como queriendo respetar el orden natural de las cosas.
Otras parecen formar parte de un ejercito y alineadas hacen guardia y protegen a los moradores de esta madriguera.
Otras parecen formar parte de un ejercito y alineadas hacen guardia y protegen a los moradores de esta madriguera.
Algunas de aspecto carnoso y tentador pero no se si serán comestibles.
Estas diminutas conviven con los helechos.
Estas diminutas conviven con los helechos.
Y como no hay regla sin excepción también encontré este ejemplar solitario
Para los que tengáis buena vista, si pincháis para ampliar la foto vereis estos pequeños insectos, desconozco su nombre científico, aquí los llamamos zapateros, viven encima del agua y se deslizan formando ondas, en una coreografía perfecta, pasé un buen rato observandolos.
Para los que tengáis buena vista, si pincháis para ampliar la foto vereis estos pequeños insectos, desconozco su nombre científico, aquí los llamamos zapateros, viven encima del agua y se deslizan formando ondas, en una coreografía perfecta, pasé un buen rato observandolos.
Vine a casa relajado y me recordé de este proverbio:
La naturaleza no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la naturaleza.
Me pillaste. ¿Dónde está el monte Aá?
ResponderEliminarQué bonitos son los paseos por el monte en otoño. Vuelve con alguien que entienda de setas que me parece que has dejado escapar una buena cena :)
Besucos.
Está en Ruente Anjanuca, en el valle del Saja y las vistas del Mar Cantabrico desde arriba con un día despejado son increibles.
ResponderEliminarSeguro que algunas serán comestibles pero el no conocerlas y mira que me gustan.
Un abrazo.
La verdad es que son tentadoras de cojer pero mejor curarse en salud como ese paseo que te diste.
ResponderEliminarUn abrazo
Para otra ocasión ya sabes, libruco de setas a la mochila(yo siempre!)un saludo!
ResponderEliminarZapateros, que gracia, me guardo el chiste para un futuro post.
ResponderEliminarGracias por todo a vosotros y a gente como Elena.
Un abrazo.
Gracias por este paseo otoñal que huele a tierra húmeda. Por estas tierras charras el otoño está siendo muy seco, será el cambio climático pero cada vez más las lluvias son más puntuales y torrenciales.
ResponderEliminarCuenta con que si voy por allá te lo digo.
un saludo.
No se por qué salgo "duplicada" en tus comentarios... pues nada me borras
ResponderEliminarEl monte Aa permite un agradable paseo en un precioso entorno natural. Hay unos árboles de grandes dimensiones de diámetro que están recogidos en censo de árboles singulares.
ResponderEliminarAyer estuve por Los tornos y vi cantidad de gente con el cestito buscando setas.
ResponderEliminarUn saludo Diana.
Espero el post con el chiste,los zapateros inspiran mucho jajaja.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por pasarte.
Pues ánimate y haz una escapaduca que tenemos un otoño precioso Isabel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Le sienta bien al tuerto de Estacas de Trueba el blanco con galletas.
ResponderEliminarMe gustan las setas:
ResponderEliminarHuelen a campo, a lluvia, a tierra mojada…
Me encanta ir a por setas.. Jersey viejo, pantalones vaqueros, botas katiuscas, cestito de mimbre, bastón, chorizo, pan de pueblo, bota de vino, amigos que acompañen… y alguien que sepa de setas, pues según dicen, algunas sólo se comen una vez.
La próxima ves que vayáis, me avisáis. Desde Palma os acompañaré con el corazón.
Besos para todos
Elena
Vaya paraisos que nos muestras!!!!
ResponderEliminarCon esas fotos que huelen a bosque y humedad, da ganas de perderse por estos lugares.
Por aquí nos hace falta un poco de agua, ya que los bosques piden humedad a gritos.
Un abrazo.
Veo que estás puesta en el tema Elena, yo si no voy con alguien que las conozca no me atrevo ni a tocarlas.Tengo un cuñado de Liebana que si que sabe, alguna vez le acompaño y he disfrutado de ellas, son riquisimas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y se puede ir en bicicleta José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entonces... aquello de marzo setarzo... Yo siempre creí que las únicas setas interesantes en Cantabria se recogían en marzo. Lo que es ser ignorante.
ResponderEliminar¿No será marzo nidarzo? En cantabria tenemos de todo todo el año jejeje
ResponderEliminarMarzo setarzo, abril hueveril, mayo pajarallo y por San Juan, cógelos por el rabo que se van. Así lo aprendí yo.
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