Partió en busca del otoño
pero llegó tarde.
Los árboles se habían desprendido de sus hojas,
y el otoño reposaba en el hayedo.
Pisando el mullido suelo
erró por el bosque y descubrió
que el otoño caído
se había enamorado del río.
Las hojas acariciaban sus orillas
y el río rechazaba los halagos.
Despiadado arrastra las hojas
hasta lo más profundo del cauce
y se las entregará a la mar
como ofrenda de enamorado.