Volvió el tejón a salir de la cueva para darse un "paseuco" por las laderas del Castro Valnera.
Antes de continuar con el relato de lo que vió y como lo vivió, quiere hacer una advertencia por si alguno de sus lectores tiene fobia al color verde.
Si así fuera que no entre en el hayedo, el impacto a la vista en la salida hará que el verde trastorne su percepción de los colores y hasta los pensamientos serán verdes por mucho tiempo.
Antes de continuar con el relato de lo que vió y como lo vivió, quiere hacer una advertencia por si alguno de sus lectores tiene fobia al color verde.
Si así fuera que no entre en el hayedo, el impacto a la vista en la salida hará que el verde trastorne su percepción de los colores y hasta los pensamientos serán verdes por mucho tiempo.
Las "patucas" del tejón van poco a poco adaptándose al terreno, para enfrentarse sin tardar a la fina y resbaladiza hierba que cubre, como una alfombra, las "pindias" laderas del Castro Valnera.
Se detiene un "ratuco" el tejón para admirar la belleza y los racimos en flor de este singular brezo que es muy común en toda la Cornisa de donde toma el nombre de "Daboecia Cantábrica".
Pocos más matices de color se va a encontrar en el camino.
Pocos más matices de color se va a encontrar en el camino.
Sigue almacenando imágenes el tejón y pierde la mirada en las cimas recordando la frase del vulcanólogo, espeleólogo y geólogo francés Haroun Tazieff cuando dijo:
'Las montañas ayudan a los hombres a despertar sueños dormidos'
'Las montañas ayudan a los hombres a despertar sueños dormidos'
Domar el paisaje, humanizar montañas, eso es lo que llevan haciendo cientos de años los habitantes de estas tierras y de esta manera las describe la glosa de Marcelino Menéndez Pelayo:
"Puso Dios en mis cántabras montañas auras de libertad,
tocas de nieve y la vena de hierro en sus entrañas."
"Puso Dios en mis cántabras montañas auras de libertad,
tocas de nieve y la vena de hierro en sus entrañas."
Ya tiene el tejón al alcance de su vista en toda su magnitud los 1.718 metros de altura, los pliegues, las regueras y las verticales praderas del Castro Valnera...
...y hacia ellas se encamina con paso corto y decidido sabiendo que allí nacen los ríos que lleva en el alma, en la mente, y en el corazón desde que nació, y que son esos ríos los encargados de bajar el verde a todos los valles.
Hay tiempo para repostar con el agua fresca que brota entre canchales de piedras...
... recién destilada en los neveros que quedan y se desparraman por la ladera.
Se aprecian en esta cara Norte del Valnera, los restos de los últimos glaciares del Cuaternario situados a menor altitud de toda la Península Ibérica.
De sus restos nacen los ríos Miera, Pandillo y numerosas fuentes que alimentan al río Pas, verdadero protagonista que da nombre al paisaje y al paisanaje de los Valles Pasiegos.
De sus restos nacen los ríos Miera, Pandillo y numerosas fuentes que alimentan al río Pas, verdadero protagonista que da nombre al paisaje y al paisanaje de los Valles Pasiegos.
El retroceso de la actividad ganadera permite que pequeños bosquetes de hayas vayan tomando posesión de estas tierras...
...haciendo más bello el entorno con sus arroyos, sus fuentes...
...y un sombrío bosque cubierto de arandaneras, creciendo al pie de soberbios ejemplares de hayas con calcetines de verde musgo, como no podía ser de otra manera.
Salió el tejón andando desde el Puerto de Lunada y mira con nostalgia al dejar atrás esta impresionante montaña.
Aún le queda trayecto que caminar para llegar al Puerto de Estacas de Trueba, pero sabe que volverá una vez más, no se olvidan tan fácilmente estas laderas de la cara norte del Castro Valnera.
Aún le queda trayecto que caminar para llegar al Puerto de Estacas de Trueba, pero sabe que volverá una vez más, no se olvidan tan fácilmente estas laderas de la cara norte del Castro Valnera.
Si pinchais en el enlace que os deja abajo veréis la aventura que vivió el tejón la vez anterior que pisó estas laderas.
Muy buena entrada para este día del Medio Ambiente... que lo son todos.
ResponderEliminarOjalá tomáramos todos conciencia, Blao.
EliminarGracias por pasar.
Siempre estaré encantada de acompañarte en tus buenos recorridos (aunque sólo sea virtualmente) y admirar esa belleza que nos proporciona en cada una de estas excursiones.
ResponderEliminarYa ves que no te doy quebraderos de cabeza y no me quedo nunca atrás.
Besos
...ni pides agua, ni chocolate, ni frutos secos, contigo da gusto caminar, Antonia.
EliminarUn beso.
Impresiona lo verde que se ven los pastos de los valles y sus laderas. Se respira el ambiente en las imágenes...
ResponderEliminarIgual que en Madrid, que ya está todo quemado por el sol y la sequía.
Enhorabuena por el maravilloso reportaje.
Un cordial saludo.
Gracias a ti por pasar y comentar.
EliminarTenemos unos amigos en Madrid que cada vez que vienen dicen que aquello es un secarral,jjj
Un abrazo.
No se si alguien tendrá fobia al verde tejón, pero verlo aparecer cuando le llega su tiempo alegra hasta el alma. La naturaleza sabe impresionar siempre. Las fotos transmiten buenas sensaciones y la nostalgia al abandonar el lugar, se compensa al recordar lo vivido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa montaña por más veces que la pateo más ganas m e quedan de volver, Laura.
EliminarUn abrazo.
Gracias, me oxigene un poquito
ResponderEliminarNO SE APRECIA LO QUE TIENES, SI NO LO PIERDES, la mayor verdad
Simpre presumi de tierra, la deje por un por que, hoy la añoro, muchisimo
un besazo
Ya te la recuerdo yo de vez en cuando, paisanuca.
EliminarY no te pongas al sol que ya sabes lo que pasa,jjjj
Un beso.
Que excursión tan bonita llena de fantasticas vistas. Me encanta!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Jordi, el día tenía una luz muy dura para las fotos, se hizo lo que se pudo.
EliminarUn saludo.
Anduviste por el paraíso...y sólo nos cuentas un poquito, la "chicha" te la guardas en tu cofre de tesoros. Ummmh, aunque ese poquito verde que veo es un inmenso mundo anhelado al que quiero regresar.
ResponderEliminarUn besazo bien grande a todos
Es que la "chicha" no se como contarla, jejeje.
EliminarUn beso.
Dos entradas de gran contraste en colores que nos muestra dos épocas diferentes pero complementarias.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias,Tomás, tienes razón, creo que se complementan las entradas.
EliminarUn saludo.
Impresionante. Cuando marchamos por esos enclaves nos hacemos pequeñitos y a la vez hacemos comunión con la propia naturaleza y nos sentimos parte de ella. Es difícil de explicar, hay que vivirlo.
ResponderEliminarSAludos.
Ese enclave es tan especial para mi, me sobrecoge, me anula...yo que se, tienes razón, Manuela, es para vivirlo.
EliminarUn abrazo.
Que fotos más bonitas, el paisaje es maravilloso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Trini, me alegro te guste.
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