10/6/19

PALOMAS TORCACES

Justamente hoy hace un mes que hice esta foto.

Llevaba yo varios días observando cada vez que pasaba por debajo de la encina, como levantaban el vuelo precipitadamente y montando un gran estruendo con su aleteo, una pareja de palomas torcaces.

Miro hacia arriba y veo que de forma bastante desordenada están acumulando palos entre dos ramas, en lo que parece ser la construcción de un nido.

Hasta que un buen día miro hacia arriba y veo que la torcaz está posada en él, apenas un segundo y huye dejando el nido vacío.

Me decido entonces y trepo, no sin dificultad por la encina y veo que en el nido hay depositados dos huevos.

Con contenida emoción tomo el móvil y saco  una foto.

Dejo transcurrir los días sin pasar por debajo de la encina pues temo que la torcaz aborrezca el nido.


Pasado un tiempo que considero prudencial vuelvo a pasar por  y la torcaz levanta el vuelo.

Aprovecho a trepar de nuevo y me embriago de emoción al ver que los huevos se han convertido en indefensos polluelos.

Apenas abren los ojos y su delicada piel está recubierta de escasos pelos.
A partir de ese momento todos los días dejo mi tarjeta de visita, ya ni se asustan de verme los polluelos.
De día en día veo como aumenta su tamaño, ya casi no entran en el nido.
Es por eso que hoy por la mañana me los he encontrado posados en una rama y ya no me he atrevido a subir para que no se asusten.

  Hago la foto desde abajo tirando de "zoom" y con el pulso acelerado.

Me temo que mañana o pasado levanten el vuelo.

Desde que me he jubilado, mis visitas a la cueva transcurren de lo más entretenidas, cada  día encuentro algo nuevo.

5/6/19

LAS LADERAS DE CASTRO VALNERA

Volvió el tejón a salir de la cueva para darse un "paseuco" por las laderas del Castro Valnera.

Antes de continuar con el relato de lo que vió y como lo vivió, quiere hacer una advertencia por si alguno de sus lectores tiene fobia al color verde.

Si así fuera que no entre en el hayedo, el impacto a la vista en la salida  hará que el verde trastorne  su percepción de los colores y hasta los pensamientos serán verdes por mucho tiempo.
Las "patucas" del tejón van poco a poco adaptándose al terreno, para enfrentarse sin tardar a la fina y resbaladiza hierba que cubre, como una alfombra, las "pindias" laderas del Castro Valnera.  
Se detiene un "ratuco" el tejón para admirar la belleza y los racimos en flor de este singular brezo que es muy común en toda la Cornisa de donde toma el  nombre de "Daboecia Cantábrica".

Pocos más matices de color se va a encontrar en el camino. 
Sigue almacenando imágenes  el tejón y pierde la mirada en las cimas recordando la frase del vulcanólogo, espeleólogo y geólogo francés Haroun Tazieff cuando dijo:

 'Las montañas ayudan a los hombres a despertar sueños dormidos' 
Domar el paisaje, humanizar montañas, eso es lo que llevan haciendo cientos de años los habitantes de estas tierras y de esta manera las describe la glosa de Marcelino Menéndez Pelayo:

"Puso Dios en mis cántabras montañas auras de libertad,
tocas de nieve y la vena de hierro en sus entrañas."


Ya tiene el tejón al alcance de su vista en toda su magnitud  los 1.718 metros de altura, los pliegues, las regueras y las verticales praderas del Castro Valnera...
...y hacia ellas se encamina con paso corto y decidido sabiendo que allí nacen los ríos que lleva en el alma, en la mente, y en el corazón desde que nació, y que son esos ríos los encargados de bajar el verde a todos los valles. 
Hay tiempo para repostar con el agua fresca que brota entre canchales de piedras... 
... recién destilada en los neveros que quedan y se desparraman por la ladera.
Se aprecian en esta cara Norte del Valnera, los restos de los últimos glaciares del Cuaternario situados a menor altitud de toda la Península Ibérica.

De sus restos nacen los ríos Miera, Pandillo y numerosas fuentes que alimentan al río Pas, verdadero protagonista que da nombre al paisaje y al paisanaje de los Valles Pasiegos.
El retroceso de la actividad ganadera permite que pequeños bosquetes de hayas vayan tomando posesión de estas tierras...
...haciendo más bello el entorno con sus arroyos, sus fuentes...
...y un sombrío bosque cubierto de arandaneras, creciendo al pie de soberbios ejemplares de hayas con calcetines de verde musgo, como no podía ser de otra manera.
Salió el tejón andando desde el Puerto de Lunada y mira con nostalgia al dejar atrás esta impresionante montaña.

 Aún le queda  trayecto que caminar para llegar al Puerto de Estacas de Trueba, pero sabe que volverá una vez más, no se olvidan tan fácilmente estas laderas de la cara norte del Castro Valnera.

Si pinchais en el enlace que os deja abajo veréis la aventura que vivió el tejón la vez anterior que pisó estas laderas.