Esta playa que traigo hoy hasta la cueva posiblemente sea una de las más bonitas de Cantabria y parte del litoral Cantábrico. Esta llena de atractivos y singularidades y los habituales a ella no quieren que se de mucha publicidad pues su masificación haría que perdiera encanto.
Cuenta a su favor que el acceso no es fácil y menos en años que los temporales de la mar arrebatan sus finas y doradas arenas dejando bastante roca al descubierto.
Hace millones de años, la cala de Covachos era un pequeño valle fluvial por el que discurría un caudaloso río que hoy ha quedado convertido en este arroyo que precipita sus aguas en la arena.
Hace millones de años, la cala de Covachos era un pequeño valle fluvial por el que discurría un caudaloso río que hoy ha quedado convertido en este arroyo que precipita sus aguas en la arena.
Es relajante escuchar el agua de la cascada y las olas de la mar.
De aquel fertil valle formaba parte la isla del Castro que aún hoy conserva sus verdes laderas y que está horadada por numerosas cuevas, adentrarse en ellas y observar toda clase de moluscos, erizos, algas, cangrejos, caracolillos y un largo etcétera de especies marinas hace de ella un lugar mágico y fascinante.
El islote del Castro parece que no quiere alejarse de la tierra y sigue unido a ella por un tombolo de arena. Cuando sube la marea, se encuentran las olas y chocan entre ellas al entrar en sentidos diferentes formando tremendos latigazos de espuma.
Enfrente del Castro está la playa de La Arnía, también muy bonita y con sus singularidades, pero la dejaré para otra ocasión.
Enfrente del Castro está la playa de La Arnía, también muy bonita y con sus singularidades, pero la dejaré para otra ocasión.
No dejan indiferentes a los visitantes, los impresionantes acantilados que rodean la cala.
Y por si no tuviera bastantes motivos esta playa para hacerle una visita, este año se ha venido a vivir en ella "Cormo". Así es como han bautizado los habituales a la playa a este ejemplar de cormorán que es la delicia de propios y extraños.
Y por si no tuviera bastantes motivos esta playa para hacerle una visita, este año se ha venido a vivir en ella "Cormo". Así es como han bautizado los habituales a la playa a este ejemplar de cormorán que es la delicia de propios y extraños.
Se ha convertido en el guardián de la playa y el pasado sábado antes de que saliera el sol, he ido a visitarle y a bañarme con él, cosa que hace encantado, sin el agobio de tener que hacerlo todos los días con los numerosos bañistas que se disputan una zambullida con "cormo". He disfrutado como no os podéis imaginar, se deja acariciar y tiene un tacto muy suave, posa para las fotos como si fuese un figurín de moda, ondula el cuello y se contornea con coquetería, me sigue con andar gracioso, emite unos sonidos como si quisiera contarme algo y de vez en cuando me laza un picotazo juguetón.
Le fotografio mientras se baña y lamento haber estado solo en la playa pues no me pude fotografiar con él en el agua.