Este enclave castellano en el noroeste de Burgos, se expande entre las cuencas del río Ebro y el río Pisuerga y es el río Lucio,(afluente del Pisuerga) el que da el nombre a todo el valle.
Un municipio dividido en diez pequeños pueblos, algunos ya completamente abandonados, que a mediados del siglo pasado contaba con una población de más de 1500 habitantes y que hoy apenas llegan a 350.
Parece que el tiempo se ha detenido en estos pueblos de Castilla. En la sobria y vieja iglesia ya solo se celebra el culto una vez al mes por la falta de fieles y de vocaciones, en una tierra que antaño llenaba seminarios y conventos.
Todo parece muerto, desvanes en ruinas, casas abandonadas, ventanas desvencijadas, abrevaderos sin ganado, parques sin algarabía ni risas de los niños, silencio... todo es silencio.
Silencio en los montes, roto por el graznido de los pajaros, silencio en sus callejuelas ,roto por el ladrido de un perro viejo, que busca la sombra para guardarse de un sol de justicia, silencio....
....Y sin embargo, todo está vivo y lleno de rincones secretos, que solo son vistos por los ojos de quien está interesado en descubrirlos.
Se corta con cuidado (para no dañar sus raíces y pueda brotar de nuevo) y al hacerlo deja impregnadas las manos de un olor muy agradable. Se toma en infusiones, tiene muy buen sabor y propiedades diuréticas y digestivas.