Creo que en más de una ocasión dije que hay fotografías que cuentan historias e incluso me atreví a contar lo que me sugirieron, a pesar de que no soy muy buen narrador.
Esta que traigo hoy a la cueva no es de ayer ni de antes de ayer pero ha envejecido muy bien en el baúl de los recuerdos.
Sabía que algo me tenía que contar pero por más que la abría y la miraba, siempre la volvía a cerrar.
Hasta que hace unos días volví a la Ría de San Martín y vi las cuadernas del barco que en la foto que aparece atado....y entonces, una vez más, me volví a acordar del poeta del mar...
Como barco a doble ancla
vivo atado al litoral
para ver morir los días
entre la tierra y el mar.
Tarde clara del otoño
de un amarillo tenaz
y un sol tibio y macilento
como cirio funeral.
Es la angustiosa bonanza
que antecede al huracán,
es una calma de muerte,
es una quietud total,
es el silencio dormido
y que teme despertar
porque lleva en sus entrañas
la furia del vendaval.
Las olas vienen rendidas
de distancia y soledad,
y se arrastran jadeantes
o asaltan el roquedal,
y van muriendo una a una
suspirando por la paz.
Como barco a doble ancla
vivo atado al litoral
para ver morir los días
entre la tierra y el mar.
¡Ay de las noches sin luna,
cuando en el vasto playal
ni tiene alientos la brisa
ni tiene pulsos la mar!
Jesús Cancio. Poeta del Mar.
La Cueva superó hace unos días las 400.000 visitas.
El tejón no quiere vivir anclado y seguirá soltando amarras, a pesar del temporal.