Entretenida es la ruta que traigo hoy a la cueva, y entretenida quiero que sea la forma de contarla.
Ya me diréis al final si lo he conseguido.
Porque a la ruta no le faltó de nada, además de lo de siempre,(ambiente montañero, chascarrillos, esfuerzo, naturaleza en estado puro...), tuvimos, a pesar de las predicciones meteorológicas, hasta buen tiempo.
La ciclogénesis, (Félix para los amigos), estuvo todo el día sobrevolando sobre los bellos pueblos lebaniegos y nuestras cabezas.
Con las chimeneas ahumando, las panojas colgando en los balcones, los manojos de sarmiento atados en las socarreñas, las colmenas en reposo, los huertos en barbecho y los cerezos a punto de echar flor, dejamos atrás Esanos y San Pedro de Bedoya, dos de los numerosos y bellos pueblos lebaniegos con una variada y rica arquitectura rural, de donde partimos para encontrarnos con la falda y la crestería de Peña Ventosa.
No menos bello es el pueblo de Salarzón que tenemos delante y que habremos de dejar atrás.
Félix, filtra y deja pasar entre las nubes unos rayos de sol que dan brillo y color al pueblo y a esa montaña que guarda de los vientos toda la comarca.
Todo está por venir y por llegar, las mochilas si de algo van llenas es de ganas y de ilusión por hacer cumbre y pisar esa cima.
La ascensión va a ser larga pero llena de belleza desde los primeros momentos.
La pista que tomamos nada más salir del pueblo nos sumerge en un bosque con unas soberbias cajigas que nos escoltan mientras avanzamos.
Con el suelo mojado todo habría sido más complicado, con mucho cuidado y mirando bien donde pisamos poco a poco vamos tomando altura.
Los buitres nos hacen compañía mientras seguimos los escasos hitos, de una ruta que no está muy marcada, por un terreno variado con algo de vegetación y mucha piedra suelta y algún que otro nevero de las intensas nevadas caídas este crudo invierno.
Hasta aquí el camino era bastante sesgado pero amigos, ha llegado el momentos de mayor dificultad, aunque no son muy largas estas trepadas resultan un poco comprometidas y hay que echarle riñones al asunto.
Gateando y agarrandonos con las manos nos vamos aproximando a la cima que desde abajo se ve altiva y vertiginosa
Desde estos 1434 metros de altitud, la panorámica que nos ofrece a la vista esta modesta cima, en un día despejado como el de hoy, es verdaderamente espectacular.
Al fondo del valle, Lebeña, el Desfiladero de La Hermida, el río Deva, Los Picos y más a lo lejos el Macizo de Ándara y el Mar Cantábrico.
Los destrepes de bajada son más dificultosos pero no por ello menos disfrutones, que le voy a hacer, me gustan.
Y si echo la vista atrás la satisfacción de pensar que he estado en aquella cumbre es aún mayor.
Con la de veces que he pasado tan cerca, la primera vez que la vi ya me dejó atrapado.
Por algo será que hay quién la llama el Machu-Pichu cántabro.
Continúa la ruta y llegamos al refugio del Collado Taruey donde comemos bien resguardados del viento que sopla fuerte y racheado.
Ya dije que la ruta tuvo de todo y no podía faltar un buen tramo de nieve blanda, que a más de uno hizo sentar el culo.
Sorprendente el espectaculo que se esconde en el interior del conjunto de hayas que atravesamos, con la nieve diluyéndose formando pequeñas cascadas y regatos
Imaginareis la dificultad que he tenido para escoger las fotos que acompañan la entrada, creo que superan las doscientas las veces que disparé la cámara.
El viejo tronco es una buena captura, pero no fui yo, fue el tiempo quién lo mató.
El final de la ruta es una tediosa, larga y aburrida pista que nos llevará hasta Lebeña...
...que se hace más llevadera viendo nacer entre las piedras alguna de las fuentes que aliviaron mi sed, bajando de la Braña Los Tejos hace unos veranos.
La Ermita mozárabe de Lebeña, como final de ruta, es la mejor de las recompensas.
Montañeros, montañeras, la próxima vez que vayáis a Potes, fijaos en esta montaña tan espectacular como desconocida.
Su ascensión ya dije que es larga pero llena de encanto desde los primeros pasos.
Un grupo de montaña de Madrid colocó en su cima una placa que reza así:
"Puso Dios en mis cántabras montañas auras de libertad,
tocas de nieve y la vena del hierro en sus entrañas"