20/11/17

TEJEDA DE TOSANDE-II

Al inicio de las andaduras de este blog, allá por el 11 de noviembre de 2010 hice mi primera visita a este  lugar de la Montaña Palentina y os puedo asegurar que la magia y el encanto siguen estando allí.
La noche ha sido fría, las hojas esperan  al sol que las libere, para no sentirse muertas y volar cuando sople el viento a su favor.
Durante la noche, antes de que nosotros lleguemos, nuestro amigo el lobo ha dejado sus huellas impresas en esta tierra que es más suya que nuestra.
Escondido entre las escobas, el brezo y el monte bajo estará observando nuestros pasos.
Por aquí pasa mucha gente sin darse cuenta de lo que tiene a su alrededor.
Nosotros no sabemos caminar sin sentir...
...sin fundirnos y mimetizarnos con el paisaje...
...procurando aportar más luz y más color.
Sublimes los picos, la cresta que tenemos enfrente la pisaremos más tarde.
Observamos y nos observan a lo lejos, La Pernía, Peñalabra, el Pico Tresmares, el Cuchillón, límites entre Palencia y Cantabria...y al otro lado el mar.
Los tejos milenarios vivieron tiempos más oscuros y se resisten a dejar que pase la la luz.
Bien pudieran ser estos los pilares de la tierra.
Si te acercas mucho te aprisionan sus raíces.
Saliendo a la luz, nuestros ojos creen que lo que vemos son postales caídas del cielo.
Los tejos desprotegidos de sus hermanos mayores, sobreviven a la fauna del bosque que se alimenta de sus brotes tiernos, más no por ello dejan de intentar seguir creciendo.
Seguimos guardando postales en la retina y en nuestra mochila.
Un amasijo de bellotas formó este minusculo bosque de encinas.
Me froto los ojos pues en vez de espinas creo estar viendo bolas de algodón.
Está tardando este año la nieve en cubrir con su manto las montañas de la Cordillera Cantábrica y la Montaña Palentina, privandonos de dejar sobre ella, nuestras huellas impresas.
Y a pesar de la sequía, el verde más verde que se pueda soñar.
El mundo se ha vuelto tan pequeño que ya ni las montañas sirven de fronteras.
Hasta aquí, desde el Himalaya, han llegado las banderas de plegaria.

Hay dos tipos de banderas de plegaria: las de tipo horizontal, denominadas lung ta (que significa "caballo de viento") en tibetano,  y las verticales denominadas darchor. "Dar" significa "para aumentar la vida, fortuna, salud y dinero", "chor" significa "todos los seres sensibles".
Los dieciséis kilómetros de marcha se van acabando...
...seis horas de camino no pueden terminar de forma oscura y los rayos del atardecer que se filtran en el bosque nos seguirán iluminando, ahuyentando nuestros miedos.

Con el grupo de Montaña ORZA.

17/11/17

TIEMPOS INCIERTOS

Cuando el leñador entra en el bosque con su hacha al hombro, los árboles dicen: "el mango es de los nuestros".
Proverbio turco.

Me gustaría tener la confianza y el optimismo de los árboles en estos tiempos  de recelos, desconfianzas y  promesas incumplidas.

Tiempos de descrédito, de vivir con incertidumbre, sin certezas, en un mundo donde avanza implacable la intolerancia y no cabe esperanza en la justicia, ni humana ni divina.  

6/11/17

RECUERDOS EN BLANCO Y NEGRO

Ahí, un poco más abajo de donde pacen los caballos, envuelta entre los árboles se encuentra "la cueva del tasugo" y en ella retales de mi vida, cosidos en mi memoria.

Ahí parte de mi infancia y mi adolescencia, imagenes que veo pasar si cierro los ojos, casi todas en blanco y negro, algunas en color.

Ahí todo un conjunto de nombres del entorno y del lugar donde nací: la fuente del monte, las cañas, el pozón y peñasel.

Ahí, la porra de madera que me hizo mi abuelo con la que se "destarronaba" la tierra antes de sembrar el maíz, las alubias o las patatas. 

Ahí la escarcha,  las heladas mañanas de invierno y los sabañones en las manos, cuando arrancaba los nabos para dar de comer a las vacas.

Ahí el tozudo mulo blanco que agotaba mi paciencia con su lentitud, que cuando tomaba carrera volcaba el carro rompiendo aparejos, dalles y rastrillas.

Ahí el transistor y la música que siempre me acompañaba, (te lo voy a colgar del pescuezo me decía mi padre), que me hacía saber las noticias antes que a nadie,  de las que yo era portador después al resto del barrio.

Ahí los caminos del zorro que entraba en los gallineros a robar gallinas, y ahí la nieve donde poníamos los cepos para cazar avefrías.

Ahí la "josca y la "romera" uncidas al yugo arando la tierra y la "mocha" que rompió el brazo a Casimira cuando la embistió, lanzandola a un bardal.

Han pasado los años y aquí todo encaja, es mi territorio sagrado que me relaja y me da paz, aquí los miedos no tienen lugar, sólo los pájaros pueden anidar.

Tantos amigos han pasado por aquí dejando sus huellas... pero son muchos más los que quedan por pasar, por esta cueva donde siempre encuentro algo evocador que me devuelve a aquellos días.



Foto sacada con el móvil.


3/11/17

TIEMPOS CONFUSOS

 Había una vez en algún lugar que podría ser cualquier lugar y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín adornado de manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
 
     Todo era alegría en el jardín excepto para un árbol, que estaba profundamente triste.
     El pobre tenía un problema: "No sabía quién era"...


     -Lo que te falta es concentración, -le decía el manzano- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas. ¿Ves qué fácil es?


     -No lo escuches...-exigía el rosal-. Es más sencillo tener rosas... ¿Ves qué bellas son?


     Y el árbol, desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.


     Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, le dijo: -No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución: ¡No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tu mismo, conócete y, para lograrlo, escucha tu voz interior!


     Y dicho esto, el búho desapareció.
  -¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... - Se preguntaba el árbol, desesperado,...
 
    Cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón. ¡De pronto comprendió! una voz interior le decía: -Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera, porque no eres un rosal. ¡Eres un roble!. Tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión: ¡Cúmplela!.


     Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo, y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.


     Miro a mi alrededor y me pregunto: ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos crecer?.... ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?.... ¿Cuántos los naranjos que no saben florecer?


     Vivamos nuestro destino, embellezcamos nuestro espacio. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser.


Me gustó este cuento de autor desconocido y lo publico hoy en mi cueva para que lo lea un Gremlin grande, aunque tenga muchos adjetivos.