Esta semana se ha inaugurado en los jardines del Centro de Recursos, Interpretacion y Estudios de la Escuela, el monumento a la maestra rural.
La escultura es obra de Lucio de la Fuente, maestro docente jubilado y escultor.
En actitud protectora y cariñosa se ve a una maestra y a tres alumnos, desempeñando un trabajo que contribuyó a aumentar las cifras de escolarización y alfabetización, en la Cantabria del siglo pasado.
Siempre se ha representado la figura masculina del maestro y este monumento es el único en Cantabria, (y posiblemente en España) donde es una mujer la que ejerce de maestra, en unos años en los que ser maestra era la única profesión socialmente admitida.
Me viene a la memoria el recuerdo de una amiga, maestra en uno de los pueblos más altos de la región, que subía los lunes y volvía a su casa con los suyos los viernes, si el tiempo no lo impedía.
En aquellas escuelas rurales, pequeñas, humildes, en ocasiones eran los maestros y las maestras los encargados hasta de proporcionar la leña, para que los alumnos no pasaran frío en el crudo invierno.
Maestros y maestras que con pocos medios y mucha dedicacion y entusiasmo, hicieron despertar la curiosidad por la vida y por el mundo a sus alumnos.
Uno de estos maestros habría querido para mi, pero lamentablemente no fue así. A mi me tocó un maestro de los del"régimen", de aquellos de los de, "la letra con sangre entra".
Eramos los alumnos los que teníamos que llevar la leña a la escuela para que se calentase el maestro y a nosotros nos calentaba a base de "leña", con aquellas reglas de madera que lo mismo servían para calentar las manos, que para hacerte la raya al medio y estar todo el día bien "peinaos", si nos daba con ella de canto en la cabeza.